● La coccidiosis aviar es una enfermedad que causa pérdidas por más de 13 mil millones de dólares en la industria avícola global.
● Los tratamientos tradicionales se han vuelto menos efectivos por la resistencia antimicrobiana
● Veterinarios y productores incorporan soluciones tecnológicas para un enfoque simple, eficaz y sostenible
Buenos Aires, agosto del 2024.- En la producción avícola comercial en Argentina, la coccidiosis es un desafío constante que está impulsando importantes avances en el manejo y control de enfermedades aviares. Esta enfermedad se ha consolidado como una de las más comunes y devastadoras, causada por parásitos del género Eimeria, que ha llevado a los productores a adoptar medidas más efectivas para proteger la salud de las aves y asegurar la rentabilidad de sus granjas[1]. Gracias a la investigación e innovación, ahora se cuenta con mejores herramientas para enfrentar esta realidad presente en el 100% de las granjas de carne y en el 78,6% de las granjas de producción de huevos en el país[2].
La infección por Eimeria se inicia cuando las aves ingieren ooquistes esporulados presentes en su entorno. Estos pequeños organismos se desarrollan en el intestino de las aves, ocasionando daños severos que afectan su crecimiento y bienestar. Lo más preocupante es la capacidad de estos parásitos para sobrevivir en condiciones ambientales adversas, lo que dificulta aún más su control[3].
El impacto económico de la coccidiosis es significativo. Se estima que esta enfermedad representa un gasto para la industria avícola global que ronda un poco más de 13 mil millones de dólares, considerando tanto los costos directos como indirectos[4]. En Argentina, esta realidad pone en jaque la salud productiva de las aves y la viabilidad económica de los productores.
Este tema se vuelve más complejo cuando la posible solución se convierte en parte del problema. El control de la coccidiosis ha dependido tradicionalmente del uso de anticoccidiales, que se administran rutinariamente a los pollos de engorde hasta poco antes del sacrificio. Sin embargo, el uso contínuo de estos medicamentos ha llevado a una reducción en su eficacia, lo que afecta negativamente la ganancia de peso y la uniformidad del lote[5]. Este enfoque, aunque común, está lejos de ser ideal en el contexto actual, donde la resistencia antimicrobiana se ha convertido en un problema global.
Pablo Nervi, Médico Veterinario y Coordinador Técnico de Avicultura de MSD Salud Animal, comenta que “frente a este panorama, la reducción del uso de antibióticos en la avicultura se ha convertido en un tema central. La generación de resistencia antimicrobiana causada por el uso indiscriminado o el mal uso de antibióticos es una realidad. Esto genera cepas de bacterias multirresistentes que ponen en peligro la salud pública, como es el caso de E. coli o diferentes tipos de salmonellas entre otras bacterias”.
Ciencia y vacunación: aliados en la lucha contra la coccidiosis
Para evitar las deficiencias asociadas al uso prolongado de anticoccidiales, veterinarios y productores están adoptando estrategias alternativas que ofrecen un enfoque eficaz y sostenible. La vacunación contra Eimeria se presenta como una solución rápida y eficaz, al introducir cepas sensibles del parásito que promueven una inmunidad controlada y un momento de infección más temprano[6].
“La vacuna Fortegra® incluye ooquistes de varias cepas de Eimeria sensibles, un factor clave para un control efectivo de la coccidiosis. Algunas cepas, como E. máxima, pueden desarrollar inmunidad en solo 21 días, lo que es significativamente más rápido que con los métodos tradicionales. Este enfoque permite un inicio más temprano del ciclo coccidial, lo que resulta en un menor impacto de la enfermedad y un entorno más controlado” explica Pablo Nervi.
Los beneficios de este tipo de vacunación son notables. Además de reducir la dependencia de los anticoccidiales, permiten a los pollos de engorde alcanzar su máximo potencial de rendimiento lote tras lote. La administración de estas vacunas, que puede darse desde el primer día de edad mediante aspersión, no solo previene la coccidiosis, sino que también evita la generación de resistencia, convirtiéndose en una solución sostenible para la producción avícola[7].
Por otra parte, al administrarse la vacuna en la planta de incubación evita la formulación de dietas medicadas con anticoccdiales, facilitando la operación de las granjas.
En un contexto global donde la reducción de antibióticos es una prioridad, herramientas como estas ofrecen a los productores avícolas una solución eficaz y sustentable para enfrentar los desafíos de la coccidiosis, protegiendo tanto la salud animal como la resistencia antimicrobiana.