“El agrónomo tiene que salir tranqueras afuera y explicar cómo se está produciendo”

Cosecha Propia es un ciclo de entrevistas con graduados de la Facultad de Ciencias Agrarias de la UNLZ. En esta primera entrega, Guillermo Delgado habla sobre el potencial de la agronomía, las nuevas formas de producción sustentable y las herramientas que brinda la carrera para el desarrollo profesional.

Entrevista: https://www.youtube.com/watch?v=5P-MqxfHd68

Guillermo Delgado lidera en la región el área de sustentabilidad de Syngenta, una de las principales multinacionales de la agroindustria, que basa sus negocios en investigación y desarrollo (I+D), innovación y tecnología, sumando una mirada ambiental y socialmente responsable.

Egresado de la Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional de Lomas de Zamora (FCA-UNL), Delgado ya hace varios años que dejó los claustros y comenzó a desarrollar con éxito su carrera profesional. Sin embargo, nunca olvidó sus orígenes, y volvió a su querida universidad en forma recurrente “cada vez que me lo pidieron”, para devolver algo de lo mucho que le dio como profesional y como persona.

En esta entrevista exclusiva Delgado, gerente de Negocios Responsables y Sustentabilidad para Latinoamérica Sur de Syngenta, explica cómo fue el tránsito desde una casa de altos estudios del conurbano bonaerense a obtener un puesto destacado en empresa dedicada a la industria semillera y el desarrollo de productos para el agro. Y deja un mensaje muy positivo para los alumnos que están estudiando agronomía en la FCA-UNLZ, a la que considera una “carrera del futuro”.

– ¿Cómo fue tu acercamiento a la universidad y por qué decidiste estudiar Ciencias Agrarias en la Universidad Nacional de Lomas de Zamora?
– En principio, quiero decir que para mí es un placer poder participar de este ciclo y para nuestra querida Facultad. Vengo de una escuela agraria, estudié Técnico Agropecuario en Ezeiza un poco por casualidad, pero terminé haciendo la secundaria ahí. Algunos profesores venían de la universidad y cuando terminé la secundaria dudaba entre estudiar veterinaria o agronomía. Por suerte, los docentes me supieron guiar y me decidí por agronomía.
La gran disyuntiva entonces era ir a la UBA a Buenos Aires o quedarme en la zona sur. Como soy de Monte Grande la Universidad Nacional de Lomas de Zamora me quedaba muy cerca. Por suerte me supieron hablar muy bien de la Facultad en ese momento y terminé yendo a Lomas.

– ¿Cómo fue tu paso por la universidad? ¿Encontraste lo que suponías en la previa o hubo alguna sorpresa?
– Vengo de la zona sur del conurbano, de una familia de 7 hermanos y me tocaba ser el primero en ir a la universidad, así que no sabía muy bien con qué me iba a encontrar. Eso estuvo bueno, porque cuando empecé la carrera, el ambiente de la facultad era muy cálido y contenedor y eso fue un salto muy significativo. La verdad que el primer contacto universitario, con un contenido importante y con la cantidad de horas de cursada era un poco abrumador, así que me sirvió el hecho de que éramos pocos y en un ambiente más bien cercano.
Me encontré con una cantidad de información a la que no estaba acostumbrado y, por cierto, me costó en especial el primer cuatrimestre, pero después me fue atrapando. Pero lo cierto es que no sabía muy bien dónde me metía o si iba a durar en la carrera.

– ¿Hiciste la carrera trabajando y estudiando?
– Fue todo un desafío, la facultad tenía materias tanto por la mañana como por la tarde y la verdad que fue medio complejo. Sí trabajé, pero no tenía horarios rígidos. Traté de hacer algunos trabajos en los tuviera turnos flexibles. En ese momento iba al vivero de un compañero que era agrónomo y me dio la facilidad de poder adaptarme a la agenda que me demandaba la facultad. Tenía materias por la mañana y algunas después que me obligaban a quedarme ahí hasta la cursada. Entonces sí fue un desafío eso de tener que buscar algún trabajo complementario, pero no de horarios rígidos.

– La carrera tiene todo un bagaje teórico y también práctico. ¿Cómo fue ese acercamiento al campo, al terreno, a manejarse con algo más cercano a lo que es el trabajo del agrónomo?
– Ése es un diferencial que siempre destaqué de la facultad. En esa época teníamos un campo de trabajo muy cerca, algo bastante inusual para una carrera. Así que teníamos muchas horas prácticas, en las cuales podíamos sembrar y calibrar las máquinas que había. Había un buen balance entre teoría y práctica, que hoy aprovecho mucho, por ese primer contacto que tuve en el campo, que fue un diferencial.
Los fines de semana recuerdo hacer ensayos en los campos y muchas veces, en verano, también íbamos para terminar los prácticos o para la investigación que estábamos haciendo. Así que la carga práctica fue muy buena.
Cuando salimos a trabajar a las empresas eso fue un diferencial importante. Es algo que valoras en los años posteriores.

– ¿Cuándo fue ese momento de la carrera en la que dijiste “no me equivoqué, esto es lo que quiero hacer”, trabajar de ingeniero agrónomo y salir a buscar una empresa donde poder desarrollarte?
– Claramente, no fue el primer año. Al principio, uno estaba un tanto abrumado por el cambio de la secundaria a la universidad, peleas con las primeras materias que no tienen que ver tanto con la agronomía, como matemáticas, física, química. El primero y segundo cuatrimestres son muy complicados, pero ya en el segundo año, cuando se empiezan a ver materias más de agro, de botánica o a trabajar con algunos cultivos, comenzas a entender lo que es la agronomía.
Había profesores que te hacían sentir la agronomía o materias de suelo entre segundo y tercer año. Nuestro país tiene un potencial enorme para la agricultura, así que entre el segundo y tercer año decidí continuar. Empecé a restar las horas que podía del trabajo para dedicarme mucho más, porque además insume tiempo de estudio y fue realmente cuando hice un click.

Hacia un mundo sustentable
Vayamos a tu actividad actual. Concretamente ¿qué es lo que hace Syngenta en materia de sustentabilidad?
– En los últimos años el área de Sustentabilidad dio un salto importante y hoy estamos impulsando muchas prácticas de lo que se denomina agricultura regenerativa. Nos enfocamos para que el productor pueda entender el diferencial de trabajar prácticas que cuiden el suelo, incorporar temas de biodiversidad, cuidado de agua y por sobre todo, empezar a pensar por fuera del cultivo.
Tal vez en esa época no lo teníamos tan claro y, de hecho, hoy cuando empezamos a estudiar cambio climático y cómo la agricultura es parte de la solución, tenemos que volver a los libros. En ese momento no le poníamos foco y celebró que la facultad avanzó. Hoy es necesario que el productor, además de ver el lote, ver el cultivo y entender la dosis al momento de aplicación de productos, contemple el ambiente.
Saber de productos es importante, pero es solamente una parte, la productiva. Hoy hay que sacar la mirada del lote y empezar a ver el ambiente, el diferencial está ahí.

La agricultura del futuro va a mirar la forma en la que producimos, no solamente que cultivos ponemos, el ciclo, variedades, híbridos, productos, sino cuán cuidadosos somos con el ambiente y cuánto le aporta a la sociedad en la cual estás trabajando. Hay mucha fantasía o desconocimiento en la sociedad respecto de qué es lo que hacen en la aplicación de fertilizantes, de todo tipo de productos químicos que se utilizan hoy en la agricultura.

¿Qué podemos decirle a esa gente para que entienda que la agricultura está trabajando de modo sustentable, aunque se utilicen insumos químicos?
– Primero, entender que las dudas y los cuestionamientos de la sociedad son razonables. Quieren saber cómo producimos, quieren entender. Y es una pauta que el agrónomo tiene que empezar a comunicar, no solo encerrarse en el campo con el asesor, el productor, sino que tiene que salir tranqueras afuera y empezar a explicar qué está haciendo.
Eso es fundamental. Durante años nos dedicamos a trabajar y decíamos estamos haciendo las cosas bien. Hoy tenemos que salir y ser voceros de la buena actividad en la que trabajamos. Como país, somos productores de alimentos. El productor argentino está ávido de incorporación de tecnología, y de hecho, tenemos prácticas sustentables mucho mejores que otros países productores, así que ya estamos haciendo las cosas bien.
No se puede producir alimentos sin el uso de insumos. Hoy son químicos, mañana serán biológicos. Lo interesante es no solo pensar qué se está poniendo en el campo, sino ver qué queda en esto que decimos de la agricultura regenerativa. No solo tengo que producir con la mejor tecnología, utilizando buenas prácticas, los insumos pueden ser químicos, biológicos, los que tengamos a mano usados en la mejor forma, eficiente, pero también mirando qué le dejo al suelo.

¿Hoy la sociedad demanda saber cómo estamos aplicando?
– Tenemos que trabajar con buenas prácticas, para demostrar que lo estamos haciendo bien. Si se hacen las cosas bien el productor no tiene ningún problema para certificar una norma IRAM, o la norma provincial que mostrar hacia afuera. No tiene que tener miedo de eso. Estamos haciendo bien las cosas y hay que aprender a comunicarlas.

¿Está cerca o lejos el saber que aporta la universidad al mundo laboral real?
– Creo que va en el camino. En mi caso, fue un constante e importante retorno a la universidad. Siempre que necesité algo, volví y me han recibido muy bien, tiene cursos interesantes, con miradas interesantes, muy del día a día. Volviendo a lo de la maquinaria, es algo que se está discutiendo hoy y la universidad lo tiene. No lo veían en mi época.

Está bueno hablar de nuevas tecnologías, de drones, de imágenes satelitales. Estamos por el buen camino e insisto que trabajar con empresas, abrirse a empresas, mandar alumnos a que hagan este tipo de intercambios es sumamente vital para que el alumno en general y el de Lomas en particular, siga teniendo ese diferencial que tuve yo, que es el acercamiento a lo real.

– ¿Cuáles son hoy los principales proyectos sustentables en los que está trabajando Syngenta en el país o en la región?
– Tenemos un programa llamado Carbon Net, que busca medir la huella de carbono con productores. Ayudamos y facilitamos al productor a que mida su huella. Puede parecer que hoy esto ya está avanzado pero el sector agro viene un poco demorado en medir su huella de carbono, cuánto emite, cuánto captura. Por eso lanzamos un programa para ayudar y facilitar el productor para medir su huella en un futuro.
Está el programa Paisajes Multifuncionales, en el que la universidad también está teniendo su pata y que busca ayudar al productor a incrementar y medir su biodiversidad, un tema que le era ajeno hace poco tiempo.