La sostenibilidad, una chance única para el campo


Por Agustín Sanchez Sorondo, Director de Operaciones de Agrology

En un mundo en el que la responsabilidad ambiental pasó a constituir la norma de toda economía, la agricultura no puede quedarse atrás. Para el campo, la sostenibilidad representa uno de los desafíos más apremiantes y a la vez una oportunidad económica inigualable. Este concepto va más allá de las fronteras tradicionales del paradigma productivo y ofrece nuevas posibilidades.

El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) advierte que se requiere una transición urgente hacia prácticas agrícolas sostenibles y transformadoras para mitigar el impacto del cambio climático y alcanzar las ambiciosas metas trazadas en el Acuerdo de París en 2015: reducción de emisiones en un 45% para 2030 y cero neto para 2050.

El horizonte parece desafiante: el complicado escenario geopolítico que trajo la guerra de Ucrania dificulta la visión de un mundo con emisiones netas en un futuro cercano. El momento de tomar medidas audaces que aceleren el progreso a largo plazo es ahora, porque el beneficio será doble: la adopción de medidas que busquen oportunidades de cero emisiones netas puede contrarrestar los efectos adversos de la crisis global, mientras brinda la oportunidad de generar empleo y promover un crecimiento inclusivo, como explica un informe del BID.

En este contexto, la ventana de oportunidad económica tiene dos perspectivas. En primer lugar, los mercados más exigentes están dispuestos a desembolsar mayores sumas de dinero por el valor que ofrecen los alimentos trazables. Tomemos como ejemplo el crecimiento en la producción de soja auditada bajo el esquema 2BSvs (Biomass Biofuels Sustainability voluntary scheme), un sistema voluntario diseñado para cumplir con la directiva UE 2009/28 de la Unión Europea, el cual le exige a los productores agropecuarios, entre otras cosas, producir en campos que no tuvieron deforestación en los últimos 15 años. Esta demanda de productos sustentables representa una puerta abierta a nuevos mercados y crecimiento económico.

Ante este nuevo paradigma, el desarrollo de herramientas que le permitan a los productores medir la emisión de carbono del ciclo productivo de sus campos es el punto de partida para posicionarse en mercados más exigentes e interesados con el origen de los alimentos que consumen. Es aquí donde nuevamente la tecnología viene a darle escalabilidad a los productos del agro argentino: para los productores, medir la huella de carbono de sus alimentos no tiene que implicar más trabajo, basta con aprovechar los datos disponibles y convertirlos en información certificable. De esta forma, se le agrega competitividad a los productos nacionales por medio de las buenas prácticas agrícolas que el productor nacional ya hace.

En segundo lugar, otro aspecto financiero atractivo se encuentra en las finanzas sostenibles, que presentan oportunidades como los bonos verdes, las inversiones responsables y los criterios ESG. Según el Climate Bond Initiative, el sector de los bonos verdes movilizó el año pasado la suma de 3,5 billones de dólares a nivel mundial. A nivel local, la Bolsa y Mercados Argentinos (BYMA) registró un flujo superior a los 300 millones de dólares en esta área.

Si bien Argentina todavía tiene por delante el desafío de posicionarse como líder en la materia, los últimos tres años han sido reveladores a partir de la integración de las finanzas sostenibles y las nuevas tecnologías. Podemos afirmar que contamos con una base sólida de materia prima en lo que respecta a buenas prácticas. Por ejemplo una investigación desarrollada por el INTI y el INTA, expuesta en la 17 edición del Congreso Maizar, ​ afirmó que el maíz argentino posee la menor huella de carbono del mundo, en comparación con otros países productores del cereal.

La sinergia entre tecnologías y finanzas sustentables es la solución hacia acciones concretas de descarbonización y mitigación del cambio climático, mientras se mejora la producción de los alimentos y el ganado. Una oportunidad para sumarse a las iniciativas públicas y sociales que cada vez más se requieren en esta carrera contrarreloj. ​