Índice de Competitividad de CONINAGRO (IC)

En el segundo trimestre de 2019 la competitividad multidimensional de las economías regionales experimentó una desmejora. El Índice de Competitividad de CONINAGRO (IC) mostró un retroceso de 3,0% frente al mismo período de 2018 y una reducción del 7,3% en relación con igual periodo de 2015. En este sentido, el pobre desempeño de la economía doméstica dejo ver sus efectos sobre la mayoría de las dimensiones que componen el índice.

Particularmente, el pilar Población mostró una caída del 3,0% i.a. (interanual, es decir, la comparación entre el segundo trimestre de 2019 y el mismo período de 2018), completando cuatro trimestres bajo contracción. Si bien el aporte negativo al IC fue apenas de 0,2% puntos (la ponderación de la dimensión es del 5%), su importancia reside en que captura las características de la mano de obra con la que cuentan las economías regionales. En esta línea, una desmejora de la dimensión se traduce en un impacto negativo en el largo plazo sobre la productividad de las actividades agropecuarias, dado que la cantidad y/o calidad de la mano de obra se ha deteriorado.


Esta dimensión comprende cuatro indicadores que demostraron tener un comportamiento dispar. Por un lado, la Población Económicamente Activa (PEA) y el nivel educativo de la PEA representaron una mejora para el pilar, en tanto, el Nivel de pobreza y cobertura médica repercutieron negativamente sobre este.
La PEA y el nivel educativo de la PEA crecieron en el segundo trimestre 0,8% i.a. y 0,4% i.a., respectivamente. Respecto al primer caso, aunque significa mayor mano de obra disponible para las actividades productivas -en tanto que hay más personas dispuestas a trabajar- lamentablemente esa mejora no fue acompañada por mayor creación de empleo, por lo que el desempleo aumentó en el mismo periodo, alcanzando el 10,4% de la PEA. Este hecho se atribuye a que, ante la pérdida de poder adquisitivo de las familias, las mismas no logran cubrir las necesidades básicas de la canasta de bienes y servicios y, por lo tanto, nuevos integrantes de las familias ingresan al mercado laboral para compensar dicho déficit. Bajo un contexto recesivo, la mayor oferta de trabajadores no pudo ser absorbida por la demanda laboral, aumentando tanto el desempleo como la PEA.
En el segundo caso, la mejora del nivel educativo (+0,4% i.a) se configura como un hecho potenciador de la competitividad multidimensional de las economías regionales. Más mano de obra disponible y con mayor nivel educativo, se traduce en una oportunidad para las actividades de su productividad.
Por su parte, la desmejora del indicador de pobreza (-12,8% i.a.) y de cobertura médica (-0,1% i.a.), significan en un empeoramiento de las características de la mano de obra disponible. Un deterioro de las condiciones de vida de los trabadores, atenta contra la productividad de los mismos en el desarrollo de las actividades productivas.
El aumento de la pobreza y la caída de la cobertura médica se dan en un contexto de fuerte caída del poder adquisitivo de las familias y elevadas tasas de interés. En este sentido, el salario real de los trabajadores registrados se desplomó 10,2% i.a. durante el segundo trimestre y el acceso al financiamiento del consumo fue restrictivo. Según datos del INDEC, durante la primera mitad de 2019 argentina alcanzó casi 16 millones de pobres (+3,7 millones en relación con el primer semestre de 2018) y la brecha de pobreza fue de 39,3%. Esto significa que los pobres ganan en promedio casi 40% menos de lo que precisan para dejar de serlo. Por el mismo motivo, la población con cobertura médica de salud se redujo en igual periodo. La salud ha sido desplazada por otros gastos considerados de mayor necesidad, como los alimentos, a lo que se sumó el aumento de empleo precario, destacándose el trabajo por cuenta propia e informal, que no cuenta con una cobertura de salud formal.

En conclusión, se observó un aumento de la dotación de mano de obra con la que disponen las economías regionales, con leve incremento en la aptitud de formación y capacitación. Sin embargo, la calidad de la mano de obra, medida a través de la calidad de vida de la población, se ha visto reducida a través del aumento de la pobreza, afectando la productividad laboral y el desempeño de las actividades en el mediano y largo plazo.