En cuanto a la ganadería en general, desde los años ‘80 está estabilizada en el orden de los 50 millones de cabezas, oscilando en ±10 millones, de acuerdo a las políticas públicas que operaron cada década. Sin embargo, la cantidad de productores se redujo drásticamente, resultado de la falta de políticas que contuvieran a los ganaderos, con más incidencia en los actores más pequeños. Entonces, pese a que se trata de una actividad que genera arraigo, desarrollo en los pueblos y nos posiciona como país, nuestra ganadería debe competir con países como Brasil, que hace años tiene una legislación favorable a los productores como puede ser el financiamiento del capital de trabajo o el otorgamiento de un período de gracia para pago de inversiones en incremento de rodeo, alimento y mejora tecnológica, por mencionar algunos ejemplos. Por supuesto que esa diferencia nos juega en contra a los federados especialmente.
No hay dudas de que se podría optimizar la producción ganadera. Los argentinos somos generadores de proteína; pero no podemos acceder a mejor tecnología ni ser competitivos con el resto de los oferentes. Y preocupa que no logremos bajar el costo de acceso a la proteína vacuna que debe pagar nuestro mayor demandante, que son los consumidores argentinos.
Luego de que Argentina afrontara la última sequía, perdió casi tres puntos de su índice productivo. Por eso, a nivel nacional, es necesario que legisladores y Gobierno entiendan la importancia de que se pueda reinvertir en el sector ganadero, con condiciones y una política. Se trata de una inversión segura, que debería ser por ley para que todo valor invertido en la producción pueda tener su crecimiento y efecto esperado.
Además, sería necesario dotar de herramientas para que los ganaderos puedan acceder a la tecnología productiva, que avanza permanentemente; que se generen condiciones para que los productores más chicos puedan cumplir con los planes sanitarios vigentes, porque al momento se tornan inviables por la gran disparidad de costos y posibilidades de la ganadería en nuestro territorio. Porque evidentemente no es lo mismo hacer un sangrado en las lomitas Formosa que hacerlo en Bragado, provincia Buenos Aires; ni es igual trazar un ternero en La Rioja que en Córdoba… y, pese a eso, siempre es la misma la dificultad de acceso a recursos para que el productor pueda aplicar tecnología.
Por todo esto, es evidente que las soluciones que necesita la ganadería deben ser aportadas no sólo por quien ejerce en un momento o el otro el Ejecutivo, sino también por los legisladores que generen leyes adecuadas con foco en el desarrollo productivo.
Asimismo, la industria frigorífica también debe tener una adecuación, porque los kilómetros que el esfuerzo de los productores convertido en proteína debe recorrer, con distancias excesivas, para ser procesada, genera riesgo y diseminación de enfermedades, además de tener consecuencias en el bienestar animal, que demandan cada vez más nuestros clientes internacionales. Por eso habría que contar con plantas de noqueo próximas a los lugares productivos que permitan achicar esos kilómetros que deben recorrer hoy los animales para ser sacrificados.
Situación de los productores tamberos federados
Tras la decisión de este gobierno de quitar definitivamente los derechos de exportación a la cadena láctea, nuestro país está en inmejorables condiciones para empezar a abrir mercados y poder tener una presencia mucho más fuerte a nivel internacional. Es un trabajo que lleva tiempo, pero poder avanzar en este sentido es un paso fundamental para que los productores tengan más tranquilidad y previsibilidad en los tiempos en los que se da una sobre oferta de producción. Porque así se evitaría que el mercado interno quede colapsado de producción, pues eso atenta contra el sector productivo, al deprimir el precio de la leche.
Por otro lado, aunque ahora se esté viviendo un momento de cierta tranquilidad, porque los precios de la leche vienen acompañando al índice inflacionario, lo que hace que el sector productivo tenga una previsibilidad de mediano y largo plazo, es necesario pensar en los tiempos en los que quizá la situación cambie. Por eso, creo que es un buen momento para empezar a trabajar en toda la cadena láctea, para que los productores puedan pensar y proyectar hacia futuro. Se tendrían que empezar a pensar cuestiones que están pendientes dentro de la cadena, para afrontar mejor si viniera un momento de zozobra, especialmente en lo que implica dar previsibilidad a los precios justos en tiempos complicados. Si no se puede asegurar esto, se pone en riesgo tanto a los productores como a la producción láctea.
En este sentido, es muy importante continuar trabajando en la mesa técnica del SIGLEA, para poder dar previsibilidad y claridad en cuanto al pago por calidad de leche. Creo que ese es un gran desafío para la cadena. Porque lograr el pago por calidad y no por litro de leche, permitiría valorar realmente los esfuerzos que se hacen produciendo con calidad, tanto en grasa, proteína y las condiciones higiénico sanitarias. Porque, por supuesto, de una buena leche salen también productos de más y mejor calidad.
Nos parece que es un momento en el que hay que trabajar muy fuerte en la mesa del SIGLEA, donde FAA tiene un lugar ocupado al momento por Luis Peluffo, un destacado productor y técnico que hace años viene trabajando en este sector, por lo que aporta su saber técnico y su experiencia práctica como tambero.
No hay dudas de que debemos seguir trabajando por una reducción impositiva, no sólo en el sector lácteo sino en todos los sectores productivos. Y en la lechería en particular, hay que revisar la cuestión del IVA, que sigue siendo del 21%, mientras que en otras producciones es del 10,5%. Esa sería una muy buena forma de beneficiar a los productores en el precio y a terminar con la opción de la informalidad que aún sigue existiendo en algunos ámbitos.